Mientras charlaba animadamente con Pinker que me acababa de llamar para contarme el rumor de que TCV vayan a ser el surprise act del Pukkelpop and totally making my day observaba a Silva siguiendo rastros por el jardín. Por el rabillo del ojo he visto que se revolcaba una y otra vez en el mismo cacho de césped, algo muy habitual en ella. Cuando he terminado de hablar por teléfono ha venido sonriente hacia mí y ya me he imaginado que pasaba algo chungo, porque mi perra y yo nos parecemos mucho, demasiado diría yo, y esa sonrisa que traía ella la uso yo demasiadas veces.
No ha hecho falta que se acercara mucho para que me llegara el hedor y viera el regalito que traía en el lomo. Me ahorraré los detalles, pero a continuación he vivido uno de los momentos más chorras de mi vida, dignos de Paris Hilton en el anuncio del burrikin.
Me la he llevado a la zona de las mangueras y según me he dado la vuelta para encenderla ha salido corriendo. He tenido que ir a por ella y traerla en brazos, con el consiguiente tufo, menos mal que estaba en bikini. He enchufado la manguera con opción cabezal de ducha, porque la princesa es una princesa, y cuando he ido a coger el bote de champú ha salido corriendo. He tenido que cerrar el agua, ir a por ella, traerla de nuevo en brazos. Una vez enjabonada, de nuevo a encender el agua, ir a por Silva, who by now is oh so obviously slippery when wet and soapy, para aclarar. Para entonces ya se ha empezado a emocionar y cada dos segundos se sacudía, empapándome en el proceso, e intentaba salir corriendo mientras yo sujetaba del pescuezo porque se me escurría entre las manos.
Por fin lo he logrado. La perra está limpia.
No sé quién ha acabado con más jabón y más empadada. La perra mayor o la pequeña.
En cuanto ha visto que he apagado del todo la manguera se ha puesto a correr en círculos como sólo saben hacer los perros y a darme mordisquitos juguetones pellizcosos para que jugara con ella. Ha acabado asesinando una vez más al pato y al dinosaurio.
Al menos sé que ya tiene mucho mejor la pata.
Yo me he tirado al agua para aclararme. Ha sido un poco asqueroso, sí, pero peores cosas he hecho en esa piscina.
No ha hecho falta que se acercara mucho para que me llegara el hedor y viera el regalito que traía en el lomo. Me ahorraré los detalles, pero a continuación he vivido uno de los momentos más chorras de mi vida, dignos de Paris Hilton en el anuncio del burrikin.
Me la he llevado a la zona de las mangueras y según me he dado la vuelta para encenderla ha salido corriendo. He tenido que ir a por ella y traerla en brazos, con el consiguiente tufo, menos mal que estaba en bikini. He enchufado la manguera con opción cabezal de ducha, porque la princesa es una princesa, y cuando he ido a coger el bote de champú ha salido corriendo. He tenido que cerrar el agua, ir a por ella, traerla de nuevo en brazos. Una vez enjabonada, de nuevo a encender el agua, ir a por Silva, who by now is oh so obviously slippery when wet and soapy, para aclarar. Para entonces ya se ha empezado a emocionar y cada dos segundos se sacudía, empapándome en el proceso, e intentaba salir corriendo mientras yo sujetaba del pescuezo porque se me escurría entre las manos.
Por fin lo he logrado. La perra está limpia.
No sé quién ha acabado con más jabón y más empadada. La perra mayor o la pequeña.
En cuanto ha visto que he apagado del todo la manguera se ha puesto a correr en círculos como sólo saben hacer los perros y a darme mordisquitos juguetones pellizcosos para que jugara con ella. Ha acabado asesinando una vez más al pato y al dinosaurio.
Al menos sé que ya tiene mucho mejor la pata.
Yo me he tirado al agua para aclararme. Ha sido un poco asqueroso, sí, pero peores cosas he hecho en esa piscina.
No comments:
Post a Comment