18/07/2008

Señales

Yo soy una persona de señales. Con ello no quiero decir que me vaya el rollo de los horóscopos ni de las cartas astrales (aunque como este año acabe como ha empezado voy a empezar a pensar en replantearme mi filosofía vital), sino que creo en las pequeñas señales que intentan pasar desapercibidas… menos para mentes curiosas como la mía. Nunca sé muy bien qué significan esas señales ni por qué aparecen, pero ahí están y a lo mejor algún día Friker me las puede explicar.
Últimamente vivo un momento señal constante, todos los días veo que el reloj marca las 2:22 de la mañana. Sí, es raro, y no, no lo hago a propósito. No veo que sean las 2:20 y me quedo contando hasta 120 para luego volver a mirar y decir “Jarl” sino que miro el reloj para ver la hora y de repente son las 2:22. Spooky. Al principio me daba un poco sensación El Sexto Día, pero luego apliqué la lógica y llegué a la conclusión de que el 2, al no ser el número del diablo, no tenía chungueces implícitas.
Ayer viví otro momento señal en Princesa. Estos días que he estado repasando mi discografía para pasarla al ipod me estoy reencontrando con grandes clásicos básicos y estoy toda grunge y oscurilla. Ayer me dio por la BSO de El Cuervo, esa gran película que me tenía obnubilada durante mi adolescencia. Hacía siglos que no la escuchaba e iba yo cantando por Princesa la versionzaca de NIN cuando vi a uno con una camiseta de The Crow. Y no pude más que pensar “Es una señal”. No cabe duda. Cuántas posibilidades hay de estar escuchando un disco del año de la tana y ver a uno con una camiseta de la película en una esquina cualquiera de Madrid. Muy poquitas. Creedme, es una señal.

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