08/04/2009

Pajillera del papel

Ya he hablado antes de mi obsesión literaria y cualquiera que me conozca sabrá que soy una persona a la que le gusta lo material. No entiendo eso de leer un libro y regalarlo (entiendo regalar libros, me encanta regalar libros, pero no los míos). También he dicho antes que las bibliotecas me encantan como lugares donde descubrir autores nuevos cuyos libros luego me compro hasta completar su bibliografía completa, no para leerlos y volver a dejarlos en una estantería triste y solitaria hasta que llegue otro lector que probablemente no lo cuide tanto como yo.
Por eso, hay páginas que no puedo visitar, como Abebooks porque me encuentro pensando que pagar $500 por un libro firmado por XXX no es tan caro o que $900 por una primera edición es una buena inversión. Y lo es. De eso no cabe duda. Pero mi PQT tiene un límite, por ahora...
Esta obsesión me la pegó mi tío, fotógrafo de profesión, coleccionista de libros por pasión. Tiene 20 ediciones diferentes de su libro favorito, uno sobre pesca (otra de sus aficiones) con ilustraciones de no sé quién. Es una especie de cuento infantil sobre un señor que se va de pesca y tiene primeras ediciones, ediciones raras con portadas diferentes, ediciones paperback, ediciones hardback... Todo!!
Durante esta última visita he comprado dos, sólo dos porque en Londres me reservé para B'ton que tiene una librería donde me compro todos los Beats, que es el movimiento al que limito mi obsesión, aunque luego al llegar allí no tenían nada que llamara lo suficiente mi atención.

Los libros londinenses son una de las primeras ediciones en PB de La Naranja Mecánica, con una portada preciosa y pulpera.
El otro libro es mucho más antiguo, una edición ilustrada de Sleepy Hollow.

Son bonitos. Preciosos. Huelen a viejo y el de Sleepy Hollow ha pasado por muchas manos, de hecho en el interior vienen los nombres de algunos de los anteriores propietarios.

Me gusta coleccionar cosas, me gusta pasar horas muertas mirando webs de libros inalcanzables y leyendo noticias sobre el scroll de On The Road.

Ahora mismo el furor del vinilo me rodea, pero yo no me dejo. Últimamente me paso la vida escuchando el spotify o el lastfm de la pandilla cubitos para enterarme de las novedades, no siento necesidad de pasarme al vinilo. Sería demasiado peligroso.

Por ahora prefiero seguir compitiendo con el Capitán Cooke, o Uncle Beer, sus motes son intercambiables, aunque él me gana por goleada. Cuando le enseñé mi copia de ACO, él contraatacó con otra edición del Almuerzo Desnudo (grrrr!!!) y otro libro más de Hunter S. Thompson ilustrado por Steadman.

Es la guerra!!

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