Ayer cerré el ciclo de la tinta. Mi tatuador se marcha a los States y tenía que aprovechar para dejarme la piel marcada antes de que se fuera.
Siempre he sido muy amante de la tinta, propia y ajena. Soy adicta a LA Ink, tengo tatuadores favoritos (Corey Miller, Hannah y Bob Tyrell) y me emboban y me fascinan tanto los tatuajes como las historias que están detrás de ellas. Siempre que haya una, claro.
El primero me lo hice a los 18 años. Es un diseño bastante teen que es bastante criticado en mi círculo cercano pero que para mí tiene un significado muy especial porque para mí, ese es el quid de la cuestión. Hay gente que se hace tatuajes horrendos, pero algunos tienen unas historias tan bonitas que todo se perdona. Nunca he entendido muy bien que la gente se hiciera tatuajes únicamente por moda sin pensárselo dos veces. Va a estar ahí para toda la vida, no te lo puedes hacer después de un one-night stand, ni estando borracho ni después de haberte pintado los labios de Russian Red (Brit Brit, I know you're reading this!!).
Todos los míos han sido muy meditados, incluso ese primero que me hice de adolescente. Sabía lo que quería, sabía dónde lo quería y sabía por qué me lo hacía.
El último que me he hecho es un dibujo de mi flor favorita, la amapola. Cuando vivía en las Tierras Verdes crecían como locas en el jardín delantero de mi segunda casa. Yo me dedicaba a hacerme mis primeros tatuajes utilizando la estrella de la flor. Siempre estaba sentada en el suelo rodeada de hojas rojas con manchas negras, con la frente y los hombros marcados de estrellitas, ya fueran coloreadas o a presión.
Me recuerda a una época en la que me dedicaba a cantar canciones de Grease, hacía pasteles de barro, intentaba ponerme de pie sobre la bici de BMX y le echaba carreras al Hermanísimo cuando todavía era capaz de ganarle. Era rubísima y pequeña, jugaba con muñecas, escuchaba Wham!, devoraba los libros de Los Cinco y leía en bucle Las Brujas de Roald Dahl.
La amapola crece por todas partes, resiste, y representa la muerte (el color rojo sangre) y el sueño (el opio).
Estoy feliz!!
Siempre he sido muy amante de la tinta, propia y ajena. Soy adicta a LA Ink, tengo tatuadores favoritos (Corey Miller, Hannah y Bob Tyrell) y me emboban y me fascinan tanto los tatuajes como las historias que están detrás de ellas. Siempre que haya una, claro.
El primero me lo hice a los 18 años. Es un diseño bastante teen que es bastante criticado en mi círculo cercano pero que para mí tiene un significado muy especial porque para mí, ese es el quid de la cuestión. Hay gente que se hace tatuajes horrendos, pero algunos tienen unas historias tan bonitas que todo se perdona. Nunca he entendido muy bien que la gente se hiciera tatuajes únicamente por moda sin pensárselo dos veces. Va a estar ahí para toda la vida, no te lo puedes hacer después de un one-night stand, ni estando borracho ni después de haberte pintado los labios de Russian Red (Brit Brit, I know you're reading this!!).
Todos los míos han sido muy meditados, incluso ese primero que me hice de adolescente. Sabía lo que quería, sabía dónde lo quería y sabía por qué me lo hacía.
El último que me he hecho es un dibujo de mi flor favorita, la amapola. Cuando vivía en las Tierras Verdes crecían como locas en el jardín delantero de mi segunda casa. Yo me dedicaba a hacerme mis primeros tatuajes utilizando la estrella de la flor. Siempre estaba sentada en el suelo rodeada de hojas rojas con manchas negras, con la frente y los hombros marcados de estrellitas, ya fueran coloreadas o a presión.
Me recuerda a una época en la que me dedicaba a cantar canciones de Grease, hacía pasteles de barro, intentaba ponerme de pie sobre la bici de BMX y le echaba carreras al Hermanísimo cuando todavía era capaz de ganarle. Era rubísima y pequeña, jugaba con muñecas, escuchaba Wham!, devoraba los libros de Los Cinco y leía en bucle Las Brujas de Roald Dahl.
La amapola crece por todas partes, resiste, y representa la muerte (el color rojo sangre) y el sueño (el opio).
Estoy feliz!!
Recién hecho. En cuanto pueda subo una mejor.(Espero que nadie saque el tema de los veteranos. No tiene nada que ver.)
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