Otra noche de jueves para el recuerdo, si es que ya digo yo siempre que son mi día favorito de la semana.
Todo empezó con una cena japonesa y unas conversaciones en el Templo del Gato sobre piscinas de sonido y minimal techno que me dejaron loca.
Aunque era pronto, en vez de hacer tiempo hasta el cierre de los bares, decidimos irnos directamente al Transmission porque pasábamos por la puerta del Yasta de camino hacia Malasaña y darnos el paseo hasta un bar para quedarnos veinte minutos era tontería.
Allí estábamos disfrutando de los clásicos temazos que pincha "el de rayas" (quiero pensar que ese tío tiene las camisetas ordenadas como esas bragas de los días de la semana y que siempre le pillamos con "la de los jueves") y acababa yo de terminar de cantarme Echo Beach entera (no la había oído en un bar en mi vida) cuando de repente se para la música y al mirar a la cabina veo a unos tíos con cara de mala hostia y oigo un grito de "Todos contra la pared y con las manos en alto donde podamos verlas". Al principio pensé que era coña, un striptease de una despedida de soltero... y me los empecé a imaginar bailando con las esposas a ritmo de The Cure pero no... en realidad era... una... REDADA!!!
Allí estábamos Lotti y yo con una amiga suya irlandesa de prestado que, por supuesto, iba sin documentación y que sólo lleva en España seis semanas, con lo que lo único que sabía decir era "vale, tío, hola, gracias" y poco más.
Estuvieron algo así como un cuarto de hora (o eso me pareció) registrando el suelo con las linternas, para ver si alguno dejábamos caer alguna bolsita transparente (menos mal que me había dejado la heroína en la guantera del coche!) y luego nos dijeron que nos separáramos, las chicas por un lado y los chicos por otro para el cacheo y la identificación. La pobre irlandesa no hacía más que decir "This is so Eastern European!!"... y tanto, querida. Sobre todo porque no tardaron en sacar las porras, anda que no son trigger-happy los antidisturbios... Una chica se encaró con ellos y tardaron 0,3 segundos en empotrarla contra la pared con lo que sus colegas empezaron a liarla y los polis desenfundaron rápidamente. Lo entendí todo y me llevé a la ojiplática irlandesa hacia otra esquina del bar... ésos eran los polis malos.
En ese otro rincón estuvimos con uno de los polis buenos (era todo tan de libro que parecía una peli) que estuvo hablando con nosotros por lo bajini "No os puedo explicar nada, si hasta me han dado un toque por estar hablando con vosotros". Y cuando le pregunté si podíamos reunirnos con Lotti que estaba al otro lado de la sala con los polis malahostia me dijo "Mejor quedaos como estáis que algunos de mis compañeros vienen calentitos".
Por supuesto había quince agentes masculinos y dos (DOS) femeninas con lo que nosotras tardamos media hora en pasar el proceso de cacheo en el que pretendían meternos entre las dos puertas que llevan al baño hasta que protestamos diciendo que total, si no nos iban a desnudar (una imagen que hizo que resonara en mi cabeza el sonido de un guante de látex ajustándose a una muñeca) lo hicieran ahí mismo sin tener que pasar por gilipolleces.
De nuevo nos tocó otro poli bueno que nos "cuidaba" (his words, not mine) mientras hacíamos la cola y le expliqué que la irlandesa no tenía documentación y me dijo que no me preocupara que nos veía cara de buena gente!!! (Me alegré también de haber dejado la Luger en el coche junto con el caballo). Durante la espera cotillée las conversaciones de mis compañeras que eran de lo más delirantes, mi favorita una que llevaba maría y le lloraba al poli para que no llamaran a sus padres (cuando parecía que tenía mi edad...) y la amiga le intentaba convencer para que le pusieran la multa a ella y no a la amiga, "De verdad, señor agente, que a mí no me importa". What-ever.
Por fin nos tocó el cacheo, a la irlandesa en la puerta misteriosa y a mí al aire libre, con mi bolso de miles de bolsillos y mis monederos llenos de klínex, tampax y condones (accesorios indispensables en la noche madrileña), tras lo cual pasamos a la sección de identificación (mi apellido, por supuesto, lo deletrearon súperpro FOXTROT ALFA etc.) y la irlandesa tuvo que escribir su nombre y fecha de nacimiento completa en un papelito (pude enterarme de cómo se llamaba... y flipé porque era igual que un personaje de Buffy [sí, así soy yo]).
Una hora y media después nos reencontramos con el pobre Lotti que estaba helándose en la calle y con la sugerencia de que saliera de casa con su ID a partir de entonces nos despedimos de Cordy y nos fuimos al Templo de Debod a por el coche.
Un jueves más, de templo en templo y tiro porque me toca.