Mi hermano ha vuelto a hacerse daño en la rodilla.
Estaba yo tan ricamente leyéndome un cómic acurrucada en el sofá con Nara dándome calorcito cuando sonó el teléfono. Vi que era el Hermanísimo y dada la hora pensé que me llamaba para invitarse/me a comer, pero no. Fue más bien una llamada parecida al timbrazo que recibí años atrás. Esta vez no había sido el fútbol sino el ténis, pero la pierna y la rodilla eran las mismas.
Tanto su novia como mis padres estaban de puente, así que acudí rauda y veloz (después de tender las Vans [esta historia se merece un post aparte] y de hacer un sandwich de pavo). Realizamos el viaje en coche hasta urgencias en silencio sepulcral. Al principio había intentado payasear y hablar con él, pero vi que no servía para nada. Tenía la mente ocupada en otras cosas. Como cuando viaja en avión, pero sin que le suden tanto las manos.
Afortunadamente parece que el ligamento está bien y es cosa de menisco, algo que a una persona normal le preocuparía, pero que a mi hermano le produjo una sonrisa de oreja a oreja. "De esas operaciones sueles salir andando y rehabilitación de pocos meses".
Fingers crossed.
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